Juanse Marquez

Mi blog personal

Programadores luditas

01/06/2022 — Juanse Marquez

O por qué los programadores nos parecemos a los que rompían máquinas durante la revolución industrial.

Luditas rompiendo un telar - grabado antiguo
Luditas rompiendo un telar - grabado antiguo

¿Por qué rompen las máquinas?

Los luditas fueron un movimiento que apareció durante la revolución industrial en Inglaterra. Una lectura superficial sería decir que eran unos tipos que, como reacción a las pésimas condiciones de trabajo que se daban en las nuevas fábricas, decidieron salir a romper las máquinas. Qué tontos. Culpaban a las máquinas de sus penurias, y no a sus patrones. Tecnofóbicos hubo siempre, etc.

Como siempre, es más complejo. La lectura de un artículo de Cory Doctorow me obligó a repensar el asunto.

Como dice el autor, para los luditas, destrozar telares no era su objetivo, sino su táctica, su verdadero objetivo no era cuestionar la tecnología, sino las relaciones sociales que la gobiernan. Lo importante no es qué hace la tecnología, sino para quién lo hace, y a quién se lo hace.

“Los luditas eran trabajadores textiles calificados, que llevaban un estilo de vida con ciertas comodidades, porque controlaban buena parte del dinero que se generaba a partir de su trabajo. Y producir telas demandaba mucho trabajo calificado, por lo que los géneros (y la ropa) eran muy costosos. La llegada de los telares automáticos, trastocó todo el asunto. No solamente redujo la cantidad de trabajo necesario para producir un metro de tela, también creó una demanda sin precedentes de lana (lo que llevó a la expulsión de campesinos arrendatarios, para hacerle lugar a las ovejas) y de algodón (aumentando la esclavitud a nivel global).”

La situación es esta: alguien inventa un aparato nuevo, y tenemos profesionales que descubren que su saber específico ya no sirve, extranjeros esclavizados y campesinos despojados. Así sucedió, pero pudo haber sucedido perfectamente de otro modo: telas y ropas más baratas, pero pagando bien a productores de materia prima y obreros fabriles: repartir la torta de modo diferente, con menos ganancia para los dueños de las máquinas y mayor justicia para el resto. Esta fue la lucha de los luditas, según señala Doctorow.

¿Qué hay que romper en el siglo XXI?

Yo no rompería nada. Nada material, al menos. Pero los que somos desarrolladores de software, vemos una revolución industrial por década, como mínimo. Nuestros colegas que están por jubilarse, ya se han adaptado a varios cambios de paradigma.

Programar es cada vez más fácil, y cada vez más complejo. Por un lado, es más fácil programar en C que en Assembler, y es más fácil programar en Python que en C. Y, al mismo tiempo, es cada vez más complejo (casi imposible hoy en día), dominar todo el stack de tecnologías que hacen que un software sea útil. Un desarrollador Web de principios de siglo armaba un sitio de punta a punta (configuraba el servidor, armaba frontend y backend, se ocupaba del SEO, de la parte comercial, etc.). Hoy en día, difícilmente exista alguien capaz de abordar toda esa tecnología, porque cada uno de sus componentes se ha ido complejizando.

Lo que les pasó a los luditas nos está pasando en cuotas. Nuestra profesión se va subdividiendo en varias. Ninguno de nosotros domina el proceso de producción completo, nos hemos vuelto expertos en una parte, que por sí sola no sirve de nada. Seguimos siendo, por lo general, profesionales bien pagos, pero quienes se llevan la mayor parte de las ganancias no son los desarrolladores, sino la empresa que se encarga de coordinar las distintas subtareas. Cada vez nos parecemos más a una línea de producción, ajustando una tuerca cuya función en el mecanismo general desconocemos.

¿Qué pasará si esa subdivisión se lleva a un extremo, en el que cada tarea sea fácil de aprender y ejecutar? Claramente las empresas dejarán de tentarnos con salarios convenientes y condiciones favorables, y comenzarán a tratarnos como lo que somos: trabajadores, albañiles de software, como dice Juanjo Conti. Si nuestra profesión se proletariza, no esperemos un trato preferencial.

¿Y cómo hacemos para que no nos pase lo mismo que a los artesanos textiles? No parece sensato salir a romper telares: rechazar los frameworks y volver a escribir PHP entreverado con HTML, con gifs animados y todo. No es la idea. ¿Entonces, qué? Como colectivo profesional, deberíamos empezar a discutir el asunto. Garantizar que las ventajas con las que contamos en nuestros trabajos, dejen de ser concesiones que un empleador nos da, y pasen a convertirse, lisa y llanamente, en derechos. Es muy frecuente que, en Argentina, nuestro rubro se rija por el convenio de empleados de comercio. En la práctica, nuestro salario y condiciones son mucho más convenientes que los de nuestros compañeros que despachan en una tienda. Pero esa ventaja es un regalo de nuestros empleadores, que pueden revocar según les convenga.

Vemos que ya se está empezando a notar una tendencia en este sentido: las condiciones siguen siendo buenas, pero ya no tan buenas, tal como señala una investigación de 2019 de Rabosto y Zukerfeld. Es necesaria una legislación que consagre nuestros derechos como trabajadores, cuidando que el sector no pierda competitividad.

Por otra parte, deberíamos organizarnos para procurar que el stack, que ya no podemos abarcar individualmente, sea autogestionado de manera colectiva, asociándonos con nuestros colegas en cooperativas de trabajo u otras formas de organización similar. En este sentido, desarrollar en plataformas de software libre evita que dependamos de la licencia de una empresa monopólica. Quizás el aspecto más difícil, con el que más cuesta cortar la dependencia, es el de la infraestructura; porque la escala necesaria para que sea rentable tiende a hacer que sea un aspecto hiperconcentrado del ecosistema que habitamos.

Como se ve, estamos en una situación mucho menos acuciante que la de aquellos artesanos textiles, que vieron arrancada de cuajo su fuente de trabajo. Pero creo que sería bueno actuar antes de llegar a esos extremos. Comprender que nuestro poder de negociación, actualmente alto en términos individuales, puede ser mucho mayor si se ejerce colectivamente. De este modo, podemos generar no solamente mejores condiciones de trabajo en nuestro rubro, sino también un acceso más justo a las tecnologías digitales para toda la sociedad.

Créditos de la imagen, en Dominio Público.

Tags: articulos, castellano, politica, programacion

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